El Misionero Manuel Román S.J., muy conocido por su arrojo, decidió explorar hacia el alto río Orinoco en 1744 y fue quien primero llegó a este lugar donde confluyen el río Orinoco que viene desde la Sierra Parima, el río Atabapo por el centro y el río Guaviare que viene desde los Andes colombianos y le cae por el lado derecho. El Padre encontró en esta triple confluencia un pueblo llamado Maracoa (hoy San Fernando de Atabapo) donde vivían unos indígenas Guaipunabis que eran muy guerreros y antropófagos y que él estaba decidido a conocer. Estando allí estos indígenas le informaron que estaba llegando al pueblo un barco con gente armada dispuestos para atrapar indios y venderlos como esclavos. Resultó ser este un buen barco esclavista portugués que se encontraba extraviado y cuyos marineros quedaron muy extrañados de que este Padre Román les hablara en castellano y les dijera que se encontraban navegando por el río Orinoco porque ellos aseguraban encontrarse en un tributario del río Amazonas, ya que habían llegado hasta allí navegando y sin haber bajado a tierra. Al padre Román también le pareció insólito lo que aseguraban los portugueses y decidió embarcarse para regresar con ellos y ver si era verdad lo que decían. El barco esclavista remontó entonces un trecho del río Orinoco (que en esta aerofotografía es el que llega a esta estrella fluvial por el lado izquierdo), hasta llegar a una bifurcación que lucía como el extremo de una isla. Descendieron entonces por esa otra rama del río Orinoco que los indígenas Makiritare llamaban “Kashishare”, sorprendiéndose de que el río Orinoco no llegara a reunirse de nuevo con su otra rama para formar una isla, sino que se mezclaba con el agua oscura del Río Negro que, efectivamente es un tributario del gran Río Amazonas. Los portugueses hicieron que el Padre Román se entrevistara con un padre portugués de su misma congregación y este le comunicaría a su superior el Padre Juan Ferreyra S.J. rector de los Jesuitas del Pará en el Amazonas sobre la extraña novedad. Fue entonces que por vía de Portugal le llegaría la noticia de este fenómeno fluvial al enciclopedista Charles Marie de La Condamine, quien a pocos meses le informaría a la Academia de Ciencias de París sobre el descubrimiento de una conexión entre el Orinoco y el río Amazonas, quedando así su verdadero descubridor en el olvido.
En el Rio Atabapo, hay una explotación minera importante, especialmente por parte de las balsas manejadas por la guerrilla Colombiana, las FARC y el ELN.
Aquí se pueden ver las balsa con sus tames, sus rampas de captación forradas en cobijas y con trabas o rifles a todo lo largo.
Las imágenes de Puerto Inírida en el rio Inírida, en Colombia están aquí, porque ese es el principal lugar donde se reúne se funde y se vende el oro de las balsas y de las minas del Yapacana etc. y está muy cerca de Atabapo.